El río sabe a cítrico y SEGAM dice que es jabón de la abuela
Axtla de Terrazas volvió a ser escenario de un capítulo digno de sátira hídrica: pobladores de comunidades ejidales asentadas a orillas del río Huichihuayán y del río Axtla objetaron con voz firme y cejas arqueadas a la delegada estatal de la SEGAM, Sonia Mendoza. El motivo: la funcionaria aseguró que la empresa Citrofrut no contamina, y que los verdaderos culpables del deterioro del río son los propios habitantes con sus descargas domiciliarias.
Los comuneros, que no suelen tragarse cuentos —y menos cuando vienen diluidos en agua turbia—, reaccionaron de inmediato calificando de "mentirosa" a la delegada. Según dijeron, culparlos a ellos es como responsabilizar a las mojarras de que el río huela mal.
Durante la reunión, donde se discutía la conformación de la Cuenca del Río Axtla, la delegada Sonia Mendoza volvió a recalcar que Citrofrut no está contaminando el río, y los pobladores sacaron a relucir un dato curioso, digno de investigación científica o, en su defecto, de un buen guion de realismo mágico: la presa de aguas residuales de Citrofrut estuvo llena hasta antes de las lluvias. Sin embargo, después de la creciente del río, esa misma presa amaneció vacía, como si un hada madrina ambiental hubiera pasado por ahí durante la noche con una varita de cloro.
"¿Casualidad o estrategia?", cuestionaron los ejidatarios, insinuando que la empresa pudo haber aprovechado la creciente para soltar la descarga sin que nadie notara el truco. Una especie de lavado de conciencia a cielo abierto, y que —dijeron— la funcionaria estatal se la creyó.
Mientras tanto, el río sigue su cauce, cargando consigo aguas de colores que, dependiendo del ángulo del sol, podrían confundirse con un festival de pintura. Los pobladores insisten: ellos ponen sus cubetas de ropa a lavar, pero la espuma industrial no se fabrica en casa.
Y mientras los comuneros piden respuestas claras, la delegada sigue señalando con el dedo a los habitantes, como si fueran ellos quienes exprimen toneladas de cítricos al día. La escena, dicen los testigos, parecía caricatura: el río pintado de verde, los pobladores de brazos cruzados y la funcionaria defendiendo a Citrofrut con el entusiasmo de un vendedor de jugos en la plaza.
En resumen: el río baja contaminado, los pobladores se enojan, la SEGAM lo niega... y al final, como dicen en la región, "si esto no es jugo, al menos huele a fermentado".